Antropoceno, Capitalocenos, Chthuluceno: algunas aproximaciones desde el Sur

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    Anonym
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    El concepto de „antropoceno“ que refiere a la idea de que estamos en una era geológica y ecológica provocada por el ser humano me resulta un poco incómoda. No creo que los pueblos no contactados en la Amazonía, y en general, los pueblos indígenas y comunidades tradicionales pre-modernas, sean responsables de los impactos en los ecosistemas terrestres y marinos de los últimos 250 años.
    Considero más adecuado el concepto de „capitaloceno“ detentado por Latour o Harvey, del capitalismo de acumulación salvaje y acumulación por despojo, „del tipo que ya no puede prometer progreso, pero si extender la devastación y hacer de la precariedad el nombre de nuestra sistematicidad“ (Haraway, 2020, p. 69).
    Sin embargo, para Haraway ambas concepciones son insuficientes (en mi limitada compresión no he logrado comprender los argumentos de su crítica al análisis marxista del capitaloceno).
    Para ella la invención de lo “Chthulu” (lo tentacular, el juego de cuerdas, la ficción especulativa) supone un suerte de programa o método para “seguir con el problema” de la vida y la muerte, un horizonte para la continuidad de nosotros otros bichos terrestres. Una clave para segur con el problema es precisamente contar historias que permitan imaginar un futuro post desarrollista, postcapitalista, postglobalista, postcolonial y antipatriacal (…).
    Esto me permite acercarme a algunas ideas de Rivera Cusicanqui, que tomando de la culturas aymara/quechua el concepto de pachakuti, explora en su significado de “catástrofe y renovación” también una posibilidad para la continuidad. Un nuevo pachakuti podría quizás ponerle fin la expresión más radical de capitalismo –el neoliberalismo”?
    ¿Es acaso la crisis climática, la pérdida de biodersidad y la acidificación de los océanos una posibilidad de renovación frente a tamaña catástrofe?
    Si la transformación será por diseño o desastre (Sommer y Welzer, 2013):¿Podremos adelantarnos al desastre o adaptarnos a él? ¿Una cultura reductora podría basarse en menos bienes materiales y más bienes relacionales como propone Max-Neef?
    Hasta acá sólo sé que la descarbonización de la matriz energética avanza demasiado lenta (la emisionses de GEI se intensifican globalmente cada año) y la transición energética tiene muy poco de justa. Precisamente Chile se posciciona como un futuro gran productor de Hídrógeno Verde, cuyos impactos socio-ecológcios tienen a las comunidades de las áreas de influhencia de los proyectos muy preocupadas y en resistencia. Es precisamente esa constante resistencia al desastre lo que nos impide tener tiempo y condiciones de imaginar otros mundos posibles. Pienso que es el ejercicio más difícil y emancipador de nuestro tiempo.

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